El futuro de la biblioteca

Por Susana Reinoso
La Nacion: Jueves 10 de abril de 2008 Publicado en la Edición impresa
En su blog Mira que te lo tengo dicho , publicado por El País , de Madrid, ese observador sensible que es el escritor canario Juan Cruz, próximo visitante de la Feria del Libro de Buenos Aires, expresa su deseo de conocer la "Biblioteca de Borges", tentado por un emocionado artículo de Mario Vargas Llosa sobre la porteña Biblioteca Miguel Cané, en la que el autor de El Aleph fue auxiliar entre 1938 y 1946. Para Borges no había más Paraíso que una biblioteca, y lo alcanzó en 1955, al frente de la Biblioteca Nacional. El recuerdo de Juan Cruz, y antes, el de Vargas Llosa (declarado "visitante ilustre de Buenos Aires"), pone en la mira a las bibliotecas de Buenos Aires, cuyo presente es preocupante: tres de las 26 sedes porteñas están cerradas por el deplorable estado edilicio; el patrimonio bibliográfico ha sido descuidado en las últimas gestiones, y todavía no disponen de conexión en red.
En favor de los beneficios que una adecuada red de bibliotecas públicas trae a una ciudad pueden citarse los casos de Medellín y Bogotá, en Colombia. Una rotunda política cultural apuntada al rescate de jóvenes que iban camino de convertirse en sicarios como único porvenir permitió salvar del naufragio a vecindarios enteros. Los llamados parques-bibliotecas se convirtieron en centros de desarrollo cultural y social que aportaron mucho al descenso de la violencia en las calles. Las bibliotecas bogotanas y paisas hicieron florecer el árbol del pensamiento allí donde antes sólo crecía el número de armas y de muertos. La preocupación de la subsecretaria de Patrimonio, Josefina Delgado, y de la directora general del Libro y Promoción de la Lectura, Alejandra Ramírez, se vincula, entre otros asuntos, con el hecho de que en las últimas gestiones no se han construido nuevos edificios. En dos meses podría reabrirse, por ejemplo, la Biblioteca de La Boca, cerrada desde hace dos años. Pero todavía esperan una salida las bibliotecas Lugones, Evaristo Carriego y Gálvez. "Donde hay humedad, el patrimonio está altamente comprometido", señala Delgado. Para Ramírez, la cuestión de infraestructura es angustiante. Un dato tragicómico marca el papel que la biblioteca ha ocupado en la agenda política local en los últimos años: a falta de campañas de desratización se llevaron gatos. ¿Nadie pensó en los libros? El jefe de gobierno, Mauricio Macri, no ignora la situación. Sin previo aviso, ya recorrió más de la mitad de las bibliotecas porteñas. Las soluciones parecen exigir mucha imaginación. Por eso, la "operación rescate" de la Subsecretaría de Patrimonio y el Ministerio de Desarrollo Urbano se inclina por los llamados "contenedores culturales". Se trata de módulos estructurales adecuados para funcionar en espacios verdes. Cercados con rejas para evitar robos y actos de vandalismo, estos contenedores se sumarán a las bibliotecas escolares de cada vecindario, que serán cabeceras de playa en la promoción del libro y la lectura. Delgado, con dos gestiones en el área porteña de bibliotecas, insiste en un as en la manga: volver a los libromóviles. La subsecretaria asegura que estos vehículos, ajustados a un cronograma planificado en los vecindarios, aportarían beneficios ya probados y permitirían medir la recepción que el libro tiene en cada barrio de Buenos Aires. sreinoso@lanacion.com.ar

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