EL MUSEO DE ARQUEOLOGIA DE IRAK, SU SAQUEO Y LA OPINION DE UN EXPERTO BRITANICO

"Reino Unido se opone al tráfico de patrimonio"
NIGEL PITTMAN, RESPONSABLE DEL MUSEO BRITANICO

Encargado de la restauración del Museo de Bagdad, habla del saqueo en Irak y explica porqué Inglaterra no devuelve el Partenón.
Mercedes Pérez Bergliaffa. ESPECIAL PARA CLARIN Como Director de Museos y Patrimonio Cultural del Reino Unido, Nigel Pittman tiene responsabilidad directa por dos faros de la cultura y el arte mundial como son el British Museum y la Tate Gallery. Invitado a dar una conferencia en la Feria de Anticuarios que cierra este fin de semana, Pittman es experto en temas sensibles como la prevención del comercio ilícito y la restitución del patrimonio. —¿Cómo fue su experiencia supervisando el equipo que trabajó en la devolución de los objetos arqueológicos robados en Irak? —Una cosa que podemos decir es que los reportes iniciales de los saqueos al museo de Bagdad no fueron tan malos como la gente podía suponer. En realidad, algunos de los curadores principales se ocuparon de guardar los objetos más preciados en cajas fuertes de bancos en distintos lugares de la ciudad, antes de que estallara la peor parte del conflicto. Solo quedaron treinta o cuarenta piezas claves en la sala principal del museo que no fueron guardadas: porque eran muy frágiles o demasiado grandes. De todos modos, hablamos de cientos de piezas perdidas, muchas de ellas tan pequeñas que son fácilmente ocultables entre la ropa, por ejemplo. —¿No cree que hubo dos tipos diferentes de saqueadores: los que robaban para procurarse comida, en medio de la guerra, y los "especialistas"?—Parecería que en general eran saqueadores que lo hacían por tener la posibilidad de saquear el Museo Nacional de Irak, sin saber realmente el valor de esas piezas. Quizás, los conocedores fueran aquellos a quienes se las pasaban luego.—Ante este panorama, ¿Cómo piensa que se puede controlar a los coleccionistas que compran piezas de manera ilegal?—Siempre hay coleccionistas listos para comprar piezas de procedencia incierta y es un gran problema en el mundo entero. Intentamos complicarles la vida, especialmente, en piezas extraídas de excavaciones ilegales. Y en las fronteras de cada país. —¿Ha visitado algún museo en Buenos Aires? —Sólo he visto tres. El Museo Nacional de Bellas Artes, el de Arte Decorativo y el Museo Etnográfico Ambrosetti. —¿Qué conclusiones tiene?—Está claro que los museos no tienen libertad para usar su propio presupuesto. Pero he visto trabajos excepcionales con presupuestos muy limitados. El caso del Museo Etnográfico y del Nacional de Bellas Artes son impactantes. Creo que hay un montón allí de lo que deben enorgullecerse, a pesar de que los presupuesto sean cortos. —¿Qué idea tiene del tráfico ilegal de objetos patrimoniales que existe en Argentina?—Lo conozco por colegas míos en Gran Bretaña, que vinieron expresamente el año pasado a devolver un fósil al museo de Neuquén. Esta devolución fue un gesto importante: nos oponemos firmemente a todo tráfico patrimonial ilegal en Gran Bretaña. —Desde hace algunos años, Grecia le reclama al Museo Británico las piezas del Partenón. ¿No cree que deberían estar en Atenas?—Esas piezas fueron compradas legalmente y han sido parte del museo por unos 200 años. Creemos que es el mejor contexto para mostrarlas, al igual que otras obra fundamentales para la humanidad. Pertenecen de manera legal al gobierno y al Museo Británico y no hay forma de que sean devueltas de manera permanente a Grecia. —Pero si están devolviendo otras piezas a sus lugares de origen ¿No deberían devolver también esa gran parte del Partenón?—No, el Partenón está, de hecho, en Grecia. Y lo que nosotros tenemos ha sido adquirido de forma legal. En el caso de obras de procedencia no demasiado clara— pienso en el caso de los cuatro dibujos fueron vendidos por una familia judía durante el régimen nazi en Brno, República Checa—, bueno, es completamente diferente y probablemente esos dibujos retornen a esa familia. Pero no es el caso del Partenón.—Imagine como sería sacar el Big-Ben de Londres y tenerlo en un museo en Sao Paulo...—Bueno, si se tomara todo el Big-Ben o todo el Partenón, tendríamos un problema. Pero no fue lo que pasó. El edificio esta ahí, en la Acrópolis.—Tras los atentados en Londres, el público de sus museos descendió un 40 por ciento. ¿Cómo piensa que esto se va a revertir?—Pasó lo mismo en los 70, cuando tuvimos ataques del IRA en Londres. Durante 2 o 3 meses hubo un descenso de público. —¿Tiene alguna estrategia para que la gente regrese?—Bueno, implementamos una en los últimos siete años: la admisión gratuita a los museos nacionales, y eso tuvo mucho éxito. Un 75 por ciento de crecimiento en el público de museos. —En Argentina es al revés: se estudia una entrada paga a Bellas Artes. ¿Cómo lo ve? —Algunas veces la entrada paga puede ser una cosa positiva. Pero tiene que estar directamente ligada al desarrollo real y material del museo y sus espacios. La gente va a pagar para entrar si cree que verá algo especial. Lo que no es una buena idea es que paguen sin que nada haya cambiado.

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