Grave error del gobierno en su politica de administracion de los museos
Creer que la falta de afluencia a los museos es un problema del costo de la entrada es uno de los errores.
El publico de Buenos Aires y los turistas provenientes del interior del país y del exterior quizás visiten una vez los museos pero no retornan, ya que sus salas no se renuevan, la información que ofrecen esta desactualizada, es escasa la carteleria y de mala calidad, la iluminación es de baja intensidad, no se exhiben textos bilingües, numerosos temas no son abordados, y en general las practicas museológicas que se aplican son antidiluvianas.
El presupuesto que manejan los directores de los museos es bajísimo, más del 90% se destina al pago de salarios de los empleados, que además son mal pagos.
La administración central de los museos se queda con la mayor parte del presupuesto, las licitaciones son muy lentas y costosas, los directores poseen poco o ningún poder. Toda la administración de los museos tanto los que dependen del Gobierno Autónomo de Buenos Aires, al igual que los que dependen de la Secretaria de Cultura de la Nación, adolece de serios problemas de gestión.
Han proliferado numerosos museos de reducidas dimensiones y monotemáticos, el Museo de Eva Perón, el museo del Tango, el Museo del juguete, el Museo del Cine, etc., etc.
No existe un gran museo nacional que abarque numerosos temas simultáneamente, que cuente con un edificio de grandes dimensiones, de arquitectura colonial moderna, con un adecuado plantel de profesionales con salarios dignos, que puedan encarar la remodelación de varias salas, a lo largo del año.
La mayoría de los museos están dispersos, no son de fácil acceso para el turismo nacional o extranjero, con excepción del Museo Nacional de Bellas Artes o el complejo de museos de La Recoleta. En las calles de Buenos Aires no existen carteles indicando donde están situados los museos. En fin, no existe una política adecuada que permita que el público desee visitar nuestros museos y si los visita que ese público retorne con frecuencia.
El publico de Buenos Aires y los turistas provenientes del interior del país y del exterior quizás visiten una vez los museos pero no retornan, ya que sus salas no se renuevan, la información que ofrecen esta desactualizada, es escasa la carteleria y de mala calidad, la iluminación es de baja intensidad, no se exhiben textos bilingües, numerosos temas no son abordados, y en general las practicas museológicas que se aplican son antidiluvianas.
El presupuesto que manejan los directores de los museos es bajísimo, más del 90% se destina al pago de salarios de los empleados, que además son mal pagos.
La administración central de los museos se queda con la mayor parte del presupuesto, las licitaciones son muy lentas y costosas, los directores poseen poco o ningún poder. Toda la administración de los museos tanto los que dependen del Gobierno Autónomo de Buenos Aires, al igual que los que dependen de la Secretaria de Cultura de la Nación, adolece de serios problemas de gestión.
Han proliferado numerosos museos de reducidas dimensiones y monotemáticos, el Museo de Eva Perón, el museo del Tango, el Museo del juguete, el Museo del Cine, etc., etc.
No existe un gran museo nacional que abarque numerosos temas simultáneamente, que cuente con un edificio de grandes dimensiones, de arquitectura colonial moderna, con un adecuado plantel de profesionales con salarios dignos, que puedan encarar la remodelación de varias salas, a lo largo del año.
La mayoría de los museos están dispersos, no son de fácil acceso para el turismo nacional o extranjero, con excepción del Museo Nacional de Bellas Artes o el complejo de museos de La Recoleta. En las calles de Buenos Aires no existen carteles indicando donde están situados los museos. En fin, no existe una política adecuada que permita que el público desee visitar nuestros museos y si los visita que ese público retorne con frecuencia.
Articulo del webmaster
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