EL MUSEO DE ARTE HISPANOAMERICANO RENUEVA EL "GUION" QUE ORGANIZA SUS MUESTRAS

El Museo Fernández Blanco se moderniza y gana público

Además de mostrar objetos, quieren reflejar costumbres y conflictos virreinales. Con los cambios que ya hicieron, pasaron de treinta mil a cien mil visitantes anuales.
Eduardo Pogoriles : epogoriles@clarin.com

En los últimos cuatro años, quienes dirigen el museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blamco se preguntaron qué es "lo hispanoamericano" y cuál es su relación con Buenos Aires.
No sólo se quería mostrar lo que el museo tiene: una gran colección de platería, muebles, imágenes religiosas y pinturas virreinales. También había que conectar esas formas de arte con una sociedad, una historia y una tierra donde se mestizaron europeos, indios y africanos. Para lograrlo, todas las salas se rediseñaron de acuerdo con este nuevo "guión" museográfico.El público apoyó estos cambios y creció de treinta mil visitantes anuales en 1999 hasta los cien mil actuales. Las temporadas de música y las exposiciones visitantes se afinaron también sobre este eje; así fue como nació la orquesta Capilla del Sol —dedicada al repertorio del Barroco Americano— y se montaron varias muestras de fotografías de viajeros a Sudamérica.
Una de las salas del Museo Fernandez Blanco donde se exhiben objetos de plateria argentina
La nueva cara de este museo municipal se consolidará en 2005 con la apertura de las últimas cinco salas. Dos de ellas se inaugurarán en mayo. Una tendrá como tema "Buenos Aires capital de Virreinato" y reproducirá el espacio de una casona porteña a fines del siglo XVIII. La otra, "María en América", reúne imágenes de la Virgen desde el año 1600. Se trabaja también en la recuperación de una casa en el Centro porteño donde se pretende abrir una filial del museo con eje en las "artes aplicadas" hasta 1930— que a fin de año permitirá mostrar más pinturas, muebles, trajes, muñecas y porcelanas. "Hay que situar los logros del Fernández Blanco dentro de un plan lanzado en el 2000 para reposicionar los diez museos de la Ciudad: todos forman una oferta cultural que atrae público local y extranjero", opina Mónica Guariglio, directora de Museos de Buenos Aires. Si se suman las exposiciones, conciertos, cursos y espectáculos, los diez museos atraen un promedio de 950.000 visitantes anuales.Este año la Ciudad destinó un presupuesto de 8,2 millones de pesos para sus museos. Guariglio agrega: "A la espera de una ley municipal de mecenazgo, los museos trabajan con asociaciones de amigos. El gran salto de calidad del Fernández Blanco se apoya en el nuevo guión y en un patrimonio atractivo. También ayuda la recuperación del edificio: las fachadas del Palacio Noel vuelven a ser las originales."El actual director del Fernández Blanco, Jorge Cometti, trabaja desde hace veintidós años en este museo y cree que, en la tarea de darle identidad propia, "todos mis antecesores hicieron lo suyo". Así fue que Guiomar de Urgell acentuó la platería, Alberto Petrina mostró más arte precolombino, Mario Corcuera Ibáñez destacó las artes criollas en cueros y textiles, Héctor Schenone enriqueció la colección de arte religioso."En mi caso, junto al curador Patricio López Méndez y el conservador Fabián Pieruzzini convocamos a jóvenes profesionales para trabajar en equipo —tenemos un 25% más de investigadores y museógrafos—, además de optar por un guión que no oculta los conflictos de la sociedad virreinal y abre el museo a nuevos públicos", dice Cometti. Se restauraron quinientas piezas de un patrimonio que suma más de trece mil desde el año 1947, cuando el muse nació oficialmente." El desafío era armar un relato que atendiera a la historia de una región de América donde convivían europeos, indios y africanos marcados por el cruce cultural entre el puerto de Buenos Aires, el mundo de los Andes sureños y la selva del Paraguay. En términos artísticos, los frutos más originales están en ese mestizaje, porque los artistas indígenas no podían pintar flores de árboles europeos ni leones africanos, pero sí jaguares. Es lo que buscamos mostrar", cuenta el curador Patricio López Méndez. Es posible que ahora los visitantes, al recorrer las salas, puedan comprender por qué en la Buenos Aires virreinal era más barato tener una vajilla de plata altoperuana del Potosí que otra de cerámica española de Talavera. Saltando en el tiempo, a otros les quedará claro por qué la Buenos Aires federal de 1850 ya no armonizaba con esas familias que se retrataban con daguerrotipos franceses o usaban relojes alemanes, sillas de Louisiana y porcelanas inglesas con la imagen de Juan Manuel de Rosas.

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