SE CELEBRO EN PARIS LA CEREMONIA DE ENTREGA DE LAS OBRAS A LA ARGENTINA

En exclusiva, el relato del investigador inglés que los encontró en una galería de París. Una trama que junta a una empresa de Surinam con el tráfico de armas vía Taiwan.( 14/11/05 - De: Clarín On Line )
María Laura Avignolo. PARIS. CORRESPONSAL

l increíble thriller por detrás del robo de los cuadros de Bellas Artes
Cuando Gabriella Williams llegó a las oficinas de Sotheby's, la famosa casa de subastas en la londinense Bond St., hasta el portero la miró extrañado. Peluca rubia hasta la cintura, manos manicuradas, su colección de diamantes y oro en los dedos, muñecas y cuello la hacían oscilar entre una millonaria de Las Vegas y un dealer del Bronx. Corría abril de 2001.De la mano de su flamante esposo, "Mister Williams", ella se presentó como una alemana que había heredado la fortuna de sus abuelos de Europa del Este y vivía ahora en Texas. Allí había fundado la organización de caridad "Humana Way International" y pensaba hacer inversiones en arte. Así se había contactado con John Thorpe, un americano de Seattle, que dijo trabajar para la Drug Enforcement Agency (DEA). El le propuso comunicarse con Arthur Lung, un director de una compañía maderera en Surinam, al norte de Sudamérica, que tenía obras impresionistas en las que se podía invertir, pero estaban en Taiwan, donde vivía su hermano.Las obras "pertenecían" a Masuedo de Lavor, un anciano senador brasileño supuestamente retirado y cuya existencia se desconoce, que lo habría heredado de su familia y se habría conectado con los taiwaneses en Surinam. Pidió que Sotheby's las valuara, las expertizara y las viera en Taiwan, a donde viajó junto a los expertos británicos.Nadie hubiera imaginado entonces que tras ese personaje estaba el inicio de una historia digna de Graham Greene, que llevaría a los cuadros impresionistas de la Colección Santamarina, robados en el Museo Nacional de Bellas Artes en Buenos Aires el 26 de diciembre de 1980.En su oficina frente al Palacio de Buckingham, Julian Radcliff respondió el teléfono. Era Sotheby's, que le preguntaba, como diariamente hacen las galerías de arte, museos y coleccionistas más famosos del mundo a su empresa, si podía investigar si tres cuadros de Cézanne, Paul Gauguin y Renoir eran o no robados.El británico Radcliff, condecorado por la reina Isabel, con un evidente pasado en los servicios secretos de Su Majestad y privilegiados contactos entre el "establishment", los coleccionistas, la policía y los servicios británicos, es el presidente de Art Loss Register, el banco de datos privado más famoso del mundo para detectar arte robado, antigüedades y valores. Con oficinas en Londres, Nueva York y Colonia, se ocupa de recuperar arte robado para devolverlo a sus dueños, incluyendo las obras de arte desaparecidas durante el nazismo.Sólo tuvo que tipiar en el catálogo de International Foundation for Art Research para descubrir que "Recodo del camino", de Cézanne; "Retrato de mujer", de Renoir, y el dibujo "El llamado", de Paul Gauguin, eran parte del botín robado en el Museo de Bellas Artes de Buenos Aires. Estaban registrados bajo el logo 81.20. Así, Radcliff se entrevista con el detective Grant Sidey, de la policía británica, quien le exige que notifique a las autoridades del museo argentino y establezca si estas obras fueron robadas. No recibe respuesta de Jorge Glusberg, director de Bellas Artes, sino hasta que el 29 de mayo del 2001 notifique a Neil Angel, número dos del departamento de América Latina del Foreign Office. El 30 de mayo de 2001, Glusberg responde que la cuestión debe ser resuelta por la Secretaría de Cultura de la Nación.Bajo el sol de Málaga, Julian Radcliff consigue reunirse en un hotel con Gabriella Williams y su marido. Ella le informa que las obras están valuadas en 3 millones de dólares, según el Instituto de Arte de Surinam. Afirma que las vio en Taipei, sin marcos, junto a Arthur Lung y John Thorpe más la representante de Sotheby's en Taiwan, Winnie Cheng. Insiste en que Radcliff debe viajar a Taipei a entrevistarse con Arthur Lung.En julio de 2001 Radcliff llega a la Argentina acompañando al premier Tony Blair. Habían acordado con la Cancillería británica que ayudar a recobrar las obras robadas contribuiría a las relaciones angloargentinas.Regresa el 1º de noviembre. La crisis está en marcha y se aproxima la caída de Fernando de la Rúa. Conseguir interlocutores válidos se vuelve imposible, aun cuando el embajador británico dispone su propia oficina para la negociación. Lo que Art Loss quería entonces era firmar un contrato con la Argentina para ordenar su captura a la policía. Sus abogados propusieron al gobierno que para afrontar los gastos tras esta pista infernal podían vender una de las obras encontradas, como hacen otros museos y coleccionistas para financiar la búsqueda. Necesitan una firma presidencial que no llega.De regreso a Londres, Radcliff ya está sumergido en la aventura. Graduado de Oxford, antiterrorista experto en negociación de rehenes, con larga experiencia en Oriente Medio e Irlanda del Norte, parte a Taiwan donde le espera una entrevista clave con Yunhuei Lung, el chino que posee las obras robadas."Inescrutable como un chino, vestido de traje y con sólo una agenda, Lung fumaba. Cortés pero no cálido mantuvo su distancia durante toda la entrevista. Me explicó que compró los cuadros legalmente, que habían chequeado con Interpol. Me dijo que trabaja en China para la Defensa Nacional y que el gobierno lo conocía bien. Se negó a entregarnos los cuadros para autenticación y dejó claro que no colaboraría con nosotros si no teníamos órdenes del gobierno taiwanés", explicó Radcliff a Clarín.Los rumores eran que los cuadros estaban en el Ministerio de Defensa de Taiwan, que habrían servido para pagar una transferencia de armas de militares argentinos vinculados a los servicios de inteligencia y la Junta Militar. Pero jamás Radcliff pudo descubrir cómo llegaron las obras a manos de los hermanos Lung y a cambio de qué. Mucho menos cómo funcionó la conexión entre Argentina y Surinam.El 15 de mayo de 2002 un taiwanés aparece en París ofreciendo tres obras impresionistas a una galería de la Rue de Seine. El círculo vuelve a cerrarse cuando se conectan con The Art Loss Register para ver si los cuadros eran robados. Julian Radcliff está, inesperadamente, otra vez, frente a los cuadros de Bellas Artes.Contrata abogados en Francia y descubre que los cuadros ingresaron clandestinamente, sin ser declarados en la Aduana francesa. Informa a la Policía de Arte francesa, pero el Gobierno argentino le informa a su vez que no hay un juicio criminal en marcha. Para entonces el juez federal Norberto Oyarbide había elevado a Francia un exhorto pidiendo que devolvieran los cuadros.A su vez, Radcliff inicia una acción civil y comercial en Francia y logra inmovilizar los cuadros en la galería de la Rue de Seine, donde aún están. El exhorto de Oyarbide, en tanto, corría riesgo de ser rechazado por los franceses por defectos de forma.Entra en acción Archibaldo Lanús, el embajador argentino en París. Logra persuadir al procurador de Justicia, que —convencido de la importancia del hallazgo para la cultura argentina— hace lugar al exhorto y consigue que la jueza Fabienne Pous mantenga activa la causa.Al mismo tiempo, se inicia una negociación con Taiwan para que devuelvan todos los cuadros. Radcliff lleva adelante la ofensiva con el apoyo de Lanús y la Embajada. Una consigna: no pagarán ni un centavo a los taiwaneses, más allá de los costos legales. Los cuadros son robados.El abogado de los taiwaneses, Maitre Boulin, impulsa la necesidad de un acuerdo entre todos para sacar adelante la devolución. Se suceden las audiencias hasta que Boulin desaparece. Lo detiene la policía en Francia por contrabando de oro en Africa. El mismo día que debía firmarse el acuerdo. Se suma otro inconveniente: los argentinos no firmaron ningún contrato con Art Loss para que recupere los cuadros en París y en Taiwan.En este intríngulis es que el juez Norberto Oyarbide y su secretario aterrizaron ayer en París para asistir a la ceremonia de entrega de las tres obras mañana a la tarde en el salón Rose del Palacio de Justicia de París.Por una gestión de Lanús, la casa Christie's se ocupará entonces de certificar si son los cuadros robados y cuál ha sido su daño (ver El Cézanne...). ¿Qué pasará con los cuadros que quedaron en Taiwan? Será cuestión, dice Radcliff, de que Art Loss cobre y de conseguir una autorización legal argentina.Mientras Argentina resiste el desembolso de dinero, la presidenta de la Asociación Amigos de Bellas Artes, Nelly Blaquier, lleva una gestión paralela. Hay, dicen en Art Loss Register, una "generosa oferta de contribuir a algunos de los gastos incurridos por Art Loss para recuperar las obras de arte".
"Una gestión compleja"
El embajador en París, Archibaldo Lanús, tuvo una participación activa en el rescate de los cuadros. Estará presente el lunes en la ceremonia en el Palacio de Justicia junto al juez Oyarbide para la entrega de las obras. "La gestión ha sido compleja pero exitosa. La Secretaría de Cultura siempre fue activa y se interesó en cada uno de los detalles que dimos en este episodio", dijo.—¿La Secretaría de Cultura va a pagar a una comisión a Art Loss, que encontró finalmente los cuadros?—Por ahora no hay nada decidido. No soy el que lo decide.—¿Fue una pesadilla de detectives?—Fue bastante divertido, sobre todo el momento en que casi llegamos a entrar en contacto con los que tienen los cuadros en Taiwan. Se frustró por el hecho de que el abogado de los chinos fue tomado preso el día que debíamos firmar el acuerdo.
El Cézanne que fue Lebourg
Si algo le faltaba a este thriller impresionista es haber descubierto que uno de los tres cuadros que están en la galería parisina no es el tan mencionado Cézanne. El viernes 11 a las 19.30 de París, Lanús recibió un llamado repentino de la jueza Fabienne Pous quien le comunicó que en la galería en lugar del "Recodo del camino" de Cézanne lo que había era un óleo de 38 por 64 centímetros de Albert-Charles Lebourg. "Route par la neige pont du chateau" es una de las 16 obras robadas y su cotización es bastante más baja que la de cualquier Cézanne. Entre 7 y 9 mil libras (unos diez mil dólares) según la catalogación de 1983 de Fran»cois Lespinasse.Esta revelación hizo a Oyarbide agregar vía fax el nombre de la obra en el exhorto que deberá presentar mañana, en mano, en el Palacio de Justicia parisino. Ahora bien: ¿los de Art Loss nunca supieron esto antes? "Sólo se puede arriesgar que se hayan confundido", especulaban ayer en la Embajada. Una vuelta de último momento que podría cambiar el poder de negociación de la parte argentina. Mañana, por la tarde, serían, al fin, devueltos los cuadros. Ojalá.


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